Marisa tiene tres manos para
arañar, empujar y acariciar
al mismo tiempo.
Se ha comprado dos guantes
uno de roca y otro de fuego.
La tercera mano queda libre
para el sentido del tacto.
Marisa nada y guarda la ropa,
es la envidia del perro del hortelano
y el sueño de los indecisos.
Siempre recordaré a Marisa,
la mujer de tres manos y dos guantes.
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