lunes, 23 de enero de 2012

Los males menores



En el año 2046 se produjo un cambio muy sutil en el núcleo de la tierra. Nadie se percató de ello hasta años después. La fuerza de la gravedad habla descendido casi imperceptiblemente. La tierra perdió en el transcurso de un par de micras de segundo una minúscula parte de su fuerza atractora.

Sólo hubo una modificación sustancial de la estructura vital (se extinguieron varias especies marinas de profundidad, pero nadie reparó en ello), el peso de las circunstancias se redujo drásticamente afectando principalmente a los recuerdos malditos y las obligaciones vencidas. Hay quien se descubrió parcialmente liberado y quien no sintió cambio alguno en su rutina diaria. Un hombre acudió desnudo al trabajo y cuando le increparon por ello sólo encogió los hombros en un acto displicente.

El profesor Johannes Fritsch lo explica así:

La inexplicable mutación, cuyas magnitudes son del orden de ridículas, afecta solamente a los elementos terrestres que carecen de masa tangible. Así es incapaz de suponer cambios en las menores motas de polvo o los átomos más dispersos.

Tras muchas investigaciones he descubierto que únicamente las circunstancias aglutinan las características adecuadas para ver su naturaleza determinada por el cambio. Los cuerpos pesan, la materia pesa, pero las ideas solo están atadas al ser humano por un fino hilo gravitatorio. Ese es el motivo principal del abandono de la carrera espacial, la potencial deshumanización gradual proporcional a la separación de la tierra.

Por ahora el cambio no tiene potencialidad para resultar problemático. Simplemente constataremos algunas modificaciones en las escalas de valores y algunos procesos de amnesia autoinducida. No es buena época para firmar hipotecas conjuntas.

Solo existe una posibilidad de desastre. Un segundo impacto. Otro descenso de la gravedad de similares proporciones quebraría totalmente la unión entre el peso de las circunstancias personales y el ente humano en si. El resultado supondría un salto evolutivo hacia una nueva especie amoral y hedonista.

Afortunadamente, si en 4.600 millones de años no presenciamos un evento similar, es probable que no se repita al menos en los próximos 80 años. Esto nos libra de todo mal.

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