domingo, 22 de enero de 2012

Las ideas de Miguel Roig

El otro día leí en un periódico que a Miguel Roig le explotó el cerebro y que sus ideas quedaron adheridas a las paredes de la habitación en un collage de unidades inconexas. La explosión fue tan violenta que los restos orgánicos se esfumaron sin dejar rastro y sólo las ideas, transformadas en líneas de texto permanecieron en nuestra dimensión. Los caracteres negros y burdos, con tipografías propias de la Bauhaus no seguían un patrón lógico. Había palabras que ocupaban casi una pared entera, y frases eternas que convivían en la barriga curva de una b minúscula.


Retiraron sus zapatos y su ropa y colocaron un cordón rojo para que nadie tocase las paredes. Por suerte la habitación estaba casi sin amueblar y aparentemente no se había perdido información.


Conseguí un pase especial para presenciar el espectáculo. Un guardia de seguridad cerró la puerta a mi espalda. Me coloqué en el exacto lugar de la explosión señalizado con una X roja. A mi alrededor, todos los pensamientos de Miguel Roig esperaban ser comprendidos. Varios centíficos habían tratado de encontrar la relación entre los conceptos impresos, todos ellos sin éxitos. Muchas universidad ultimaban proyectos punteros que darían un vuelco al estudio del ser humano.


Yo era un afortunado con un tío en el gobierno y una libreta.


La sala parecía decorada con papel pintado. No había señal alguna que determinase el orden en el que habían salido las ideas. Parecía una explosión compleja llena de rebotes. Algunas palabras estaban invertidas y pocas conservaban la misma orientación. Había pocos nombres propios y algún dibujo. Detalles de arte ascii.


Apunté algunas ideas sin orden de preferencia:


Rebeca.

Cuatro dedos para seis manos.

Sopa de ajo con sabor a mermelada regada con sirope.

Sándalo sin olor.

Un tiranosaurio comiendo perdices una mañana de verano.

(o) (o)

Caimanes sin piel mirando cinturones en un escaparate.

Catacumba

Modisto con melena de cinta métrica.

¡Sinsalabím!

Asdf

Los ciegos eligen camisas naranjas y pantalones rojos porque van a un entierro.

Uñas de tela.

Heráclito.


Cuando tenía unas cuantas busqué detalles autobiográficos que pudiesen resultar significativos, sin caer en prejuicios sobre su veracidad:


A los tres años se me cayó un ojo al suelo porque estaba espiando tras una puerta y metieron la llave.

Saqué un tres en matemáticas y lo redondee en un ocho.

Me duele la cabeza y creo que va a explotar.

No creo que pueda explotar.

Definitivamente sí puede.

(Me tomé la libertad de ordenar estas frases en un posible orden cronológico)

Compré un cartón de huevos y no había nada dentro de las cáscaras.


Seguí con títulos de películas con faltas de ortografía:


Pulp Ficción

Casa Blanca

(o) (o) (Me apeteció repetirlo)


Hice muchas más anotaciones, pero no creo que nadie quiera leerlas.




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