jueves, 6 de noviembre de 2008

Robocop no usa pantalones

Robocop no usa pantalones.


Ni camiseta.


Ser de metal (con un poco de carne) puede ser frío, quizá algo incómodo, pero cuando se levanta de la cama sólo tiene que preocuparse de guardar la pistola en el muslo derecho y colocarse un casco que le cubra lo poco de humano que conserva. Esto elimina varios trámites, desde la meada mañanera (no, no tiene) hasta rebuscar en el armario un jersey que encaje con unos pantalones de cuadros.


Robocop va sonriente al trabajo. Los perros no pueden morderle las pantorrillas y los tenderos saludan con la mano, agradecidos por la seguridad que brinda al barrio. Pero Murphy en realidad sonríe porque es un tipo único, que va a la moda del año 3000. Único de verdad, es imposible que se cruce jamás con alguien que lleve su misma chaqueta, y eso es como mínimo reconfortante.


Él representa lo que todo moderno querría ser, cien por cien original. Pero Murphy es de una originalidad abrumadora, distinta a la originalidad de los videoclips, revistas de moda o tiendas trendy. Ellos son originales en manada, a Robocop le sueldan la ropa a medida.


Tampoco tiene que ir a la peluquería, lleva siempre casco. Aunque no lo hiciera es calvo. No piensa en si está de moda llevar melena o un peinado que se pegue a la frente. No tiene que estar fuerte ni ir al gimnasio, ya posee una fuerza hercúlea.


Vale, Murphy es víctima de un amor que jamás será correspondido pero eso significa que tiene corazón, no como el hombre de hojalata del mago de Oz. Sí, también conserva su memoria maltrecha, pero por lo demás no tiene queja.


Claro, sin conciencia de grupo, Murphy es libre. Puede leer a Emily Bronte y ver Predator a la vez sin que parezca incongruente, al fin y al cabo se parece más a un coche que a una persona. No tiene que ser fiel a una estética y puede ir a donde le apetezca sabiendo que no va a encajar en ningún sitio.


Ser cool para él carece de sentido, va por lo menos un siglo adelantado a su tiempo. Aunque tenga un trabajo bastante sacrificado (al fin y al cabo es inmune a las balas), nada le impide desarrollarse con total independencia de clichés, sin tener que ser original y parecido a la vez.


Robocop no puede parecerse a nadie. No piensa en ello.


Por eso Robocop sonríe camino al trabajo.

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