domingo, 26 de octubre de 2008

Clarice, agrégame al Tuenti

“Clarice, el mundo es mas un lugar más bonito con usted en él” Hannibal Lecter lo debió decir porque Clarice Starling no tenía Tuenti, Hi5, My Space o Twitter. O al menos porque no fue capaz de encontrarla en ninguna red de las que pueblan Internet. De lo que estoy seguro es que un tipo tan listo como él la buscaría nada más que encontrara un ordenador con Internet. Hasta Lecter sabe que ahora cualquier hijo de vecino siente la imperante necesidad de darse a conocer de algún modo y que además la plataforma para hacerlo es gratuita y tan sencilla que la frontera tecnológica es inexistente.


De haber tenido Clarice un espacio, nuestro querido criminal podría haberse encontrado con fotografías en las que la bella agente del FBI posa ante un espejo de cuerpo entero en su cuarto de baño, con el papel higiénico y una caja de compresas como telón de fondo. Habría visto incluso algún contrapicado en el que exhibiese un generoso escote, con un montón de notas al pie casi ininteligibles en las que adulasen la mente prodigiosa que se esconde entre sus senos. Amén de fotografías de grupo con poses a lo Power Rangers con esa calidad añeja que proporcionan los 2 Megapíxeles de los teléfonos móviles.


Sin ninguna duda Lecter tras haber visto esto se hubiera comido su cerebro con patatas (el de Clarice o el suyo propio, a saber). Después de comprobar como Clarice se ha rendido a la más absoluta superficialidad de seguro la miraría con otros ojos, mucho más turbios.


Clarice, tan tímida y poquita cosa tendrá pocos amigos en la vida real, alguna compañera de la universidad, tal vez uno o dos compañeros de trabajo con los que beber cerveza tras un intenso día de investigaciones… pero poco más. De haberse hecho cuenta en Tuenti no podría acordarse de los nombres de todos sus ciberamigos, prestos a dejar comentarios que engrosen el ego virtual. Ya no estaría tan sola, todas las noches, antes de acostarse en su solitaria cama con fundas antiácaros, podría leer lo guapa y sexy que es. Eso no puede ser malo para el autoestima.


Claro que tiene su parte mala, entre los piropos no habrá ninguno referido a su extraordinaria inteligencia, nadie elogiará que haya sido la primera de su promoción, ni le recomendará un buen libro. Minucias, esas cosas no se valoran en la red, o al menos fuera de círculos muy específicos que no proporcionarán las toneladas de amigos prometidos. Incluso puede dejar de preocuparse por su cuidada ortografía, esa que le enseñaron desde el colegio y en la que tanto hincapié hicieron los estirados profesores de la academia del FBI.


La vida sería mucho más sencilla para la complicada Clarice. Quizá perdiese la admiración de Lecter, pero a fin de cuentas… hay pocos tipos como él.

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