martes, 6 de septiembre de 2011

Serie Jack Vettriano I





Cuando vuelvo en el Volvo por la noche, las luces de los edificios manchan el cielo de naranja. Parece un atardecer congelado en su último estertor. Prefiero que llueva, porque apenas consigo mantener una línea de contacto con el exterior, y las alfombrillas del parabrisas me sumen en un plácido sueño.

Tengo la chaqueta negra estirada en el asiento trasero, con una mancha de mostaza en el borde de la manga. El teléfono parpadea en el manos libres, suplicando mi atención. La radio sólo emite un zumbido.

Un semáforo en rojo y un pedal de freno. Es viernes. Una pareja cruza la calle de la mano. A unos pasos, les sigue un indigente que come patatas fritas de una bolsa marrón. No se si les mira a ellos, o a las huellas que dejan a su paso.

En el asiento del copiloto hay una carpeta verde, llena de papeles, y bajo ella, una bolsa de plástico de supermercado con varios dosieres más. Cada uno de ellos es una reunión, un comité ejecutivo, una taza de té. En mis sueños, las salas de juntas son nidos de palomas rodeados por serpientes.

Me duele el cuello, y deberían dolerme las rodillas. Odio los faxes.

Veo las luces de los pubs, y a la gente que fuma apoyada en los quicios de las puertas. No me miran, pero ven la estela gris de mi coche perderse entre el vacío asfalto de la noche. Abro la ventanilla y siento la cálida brisa veraniega con olor a ciudad. Siento una falsa libertad. Saber que es falsa me deprime.

Mi ascensor tiene el suelo de marmol y las paredes de madera. Está siempre perfumado. EL sillón de piel ya no guarda la forma de mi culo, pero las colillas siguen rebosando en el cenicero.

Penumbra, olor a charol y seda. Hielo contra cristal. Mirada de abajo arriba. Mirada de arriba abajo. Pintalabios carmesí con sabor a guindilla.

Estoy en una casa decorada como mi despacho.

1 comentario:

No.me.pises.que.llevo.chanclas. dijo...

Qué gran entrada... llegué por casualidad... o causalidad y aquí me quedo :)