Es
esa calle, doctor.
¿Cuál?
La
que aparece en todos mis sueños.
Descríbamela.
¿Otra
vez?
Siempre
es distinta.
Es
mi calle sin nombre,
Mi
calle de aceras estrechas y un carril
Con
sus farolas rotas y los neones que las suplen.
La
humedad y el calor reaccionan con los noodles
La
cerveza forma charcos y las cenizas nadan.
Hay
dados que golpean las paredes de los casinos
Y
sombras que, o amenazan, o seducen
según
se mire el callejón.
Siga,
por favor.
Hay
tráfico de coches negros y motocicletas viejas
Las
tiendas sólo se pueden mirar con el rabillo del ojo
Y
los bares sólo tienen puerta de entrada.
¿Cómo
es la gente?
Monjas
que no rezan, cuero y tachuelas
Melenas,
cabezas afeitadas, argollas y carmín.
Medias
rotas y medias nuevas.
Dos
chinos fumando inmóviles y vendiendo fruta.
Un
ciego viejo con gabardina.
Demasiada
gente para pocos ojos.
¿Y
qué suena?
Motores,
susurros, lamentos, gritos, radios antiguas,
Alarmas,
cañones, metal, seda, musica amortiguada
que
huye por las puertas entreabiertas.
Ninguna
voz reconocible.
¿Es
de día o de noche?
La
noche es rojiza e iluminada aunque no hay estrellas
Ni
luna arriba. Nunca sé si amanece o acaba de morir la tarde.
¿Y
usted?
Yo
miro y tomo notas.